Que levante la mano quien no
haya practicado sexo en la playa. A quien no le excite la idea. ¿Todavía
no lo has probado? Cierra los ojos e imaginate la arena y las frías olas de cualquier
costa, de su playa, de la que más te guste. No podrás negar que no se te
antoja como el escenario idílico para tener un revolcón playero.
El verano es la época más
propicia a que los amantes se encuentren en la noche y se pierdan en la playa.
Pone a cien la idea de tocar el mar desnudos. La oscuridad se convierte en el
mejor cómplice. El suelo se tapiza con arena blanca y cálida del verano, y los
más tímidos se protegen con la roca dura, para que no pueda entrar nadie.
¿Quién no sabe que sexo y calor están condenados a entenderse?
Por eso el bronceado, la ropa
de menos y el ruido de las olas se alían para convertir a la playa en uno de
lugares más eróticos del verano. Sobre todo por la noche, cuando el lado oscuro
invita a perderse a los más trasnochadores. Conforme avanza la noche los rangos
de edad aumentan. Los más jóvenes, los que empiezan a sentir curiosidad por la
sexualidad, eligen la playa para hacer botellón cuando el sol cae. Llegan con
adolescentes de su misma edad y pone
cualquier excusa para perderse por alguna duna y conocerse un poco más a fondo.
Aunque no suelen pasar de los besos y simples caricias.
Conforme la noche va pasando,
los grupos se dispersan y toca el turno de las parejas. La hora máxima
concentración suele coincidir entre las 4 o las 5 de la madrugada. Viernes,
sábado y domingo las playas se llenan hasta la bandera. La hora, el viento, la
noche y el agua parecen ponerse de acuerdo para elevar a la misma intensidad
tanto a hembras como a varones. Arriba las faldas y puestos los condones, a
pocas parejas les intimida compartir ‘colchón’ con otros foráneos que deciden
tomarse la ‘última’ copa en el mismo bar.
Una vez ya entrados en materia…
…ellas prefieren hacerlo en el
agua. Si está muy fría, a ellos les cuesta ‘concentrarse’. Por eso se quedarían
tan a gusto en la arena. A las mujeres les incomoda más que la arena se le
cuele en el trasero y, si las que deciden son ellas, eligen los sitios rocosos.
Ellos tampoco niegan el gusto que da cuando la marea sube y los baña sin
avisar.
¡Feliz día de playa!
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